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Se
oye hablar de cómo personas ordinarias acometen proyectos extraordinarios.
Este
verano, alguien de nuestra comunidad educativa, uno de nosotros (y léase el
nosotros con tono de orgullo), cuya presencia no se hace notar pero cuya
ausencia dejaría tantos huecos en nuestro colegio ha decidido aprovechar su
periodo de vacaciones para hacer lo que mejor sabe: trabajar duro.
Trabajar
por una causa. La de su hijo.
Se
ven los resultados como rincones maravillosos que aparecen y nadie sabe como
llegaron allí. Cuida los pequeños detalles. Esos que la frenética actividad del
día a día hacen que nos pasen desapercibidos y solo las personas especiales,
como Luis, saben ver.
Pero
no nos distraigamos. Hoy es Lukas. Esta vez es su hijo el que le mueve. Lukas
tiene autismo y nuestro Luis, como Padre, (si, con mayúsculas) ha decidido que
eso no va a detener a su familia.

No
es la prensa, ni los medios, ni la repercusión lo que hace a Luis y su familia
especiales. Estos actos son oportunidades para conocerles, sin embargo su fuerza
está y siempre ha estado en el día a día. En levantarse cada mañana y darlo
todo por sus hijos (por los dos). Y seguir adelante sonreir cuando quisieras
llorar, agradecer cada pequeño progreso. Ayudarle a conciliar el sueño a costa
del tuyo y encarar la incertidumbre del futuro sabiendo que al final, la misión
estará cumplida.
Su
manifiesto, el que lee en cada parada del camino está en las casas de los niños
y las niñas de nuestro aula específica y en algunos de nuestros despachos. Hace
años él los preparó para nosotros. Ahora cobran un significado especial.
Diría
que te seguiremos de cerca, pero queremos ir más allá. Mejor que sepas que
hacemos de tu causa la nuestra y que del modo que sea y que quieras somos
compañeros en el camino.
Mucha
fuerza amigo. Es un honor tenerte con nosotros.
Para saber más:
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